El mensaje de Obama


Diecisiete meses tardó el Presidente de los Estados Unidos en animarse a ofrecer públicamente su visión sobre la inmigración. Meses antes congeló el entusiasmo hispano dejando entrever que eran escasas las posibilidades de impulsar un tratamiento legislativo durante el 2010.

 ¿Por qué demoró tanto? ¿Por qué lo retoma ahora?

La agenda del ejecutivo demócrata siguió una estricta jerarquía. Ante todo, el plan anti crisis, reflotar la resquebrajada economía. En segundo lugar, la reforma sanitaria, un antaño anhelo por garantizar la atención médica a 40 millones de excluidos. Alcanzar la segunda meta fue complicado. Perdieron el control del debate, de los tiempos legislativos y hasta del número de escaños necesarios. Cuando dramáticamente alcanzaron el objetivo avizoraron que estaban en el preámbulo de las elecciones intermedias y que los pronósticos no eran halagüeños. No era aconsejable introducir iniciativas que no garantizara un rédito seguro. Los hispanos desesperaban. Tampoco eran los únicos.

A cuatro meses de los comicios el Presidente decide abordar uno de los temas que se inclinaba a aplazar. Ciertos acontecimientos lo catapultan: La aprobación de la ley Arizona y la disposición de otros estados de la Unión Americana a seguir ese ejemplo; el incontrolable derrame de BP que ha “salpicado” la popularidad del ejecutivo. El liderazgo del Presidente nunca fue más cuestionado y el apoyo hispano está en duda.

La mayoría de los estadounidenses apoya el endurecimiento que significa la ley Arizona mientras los hispanos se indignan por el tibio apoyo del gobierno federal a la reforma integral. La ventaja es de los republicanos. Todos los caminos conducen a Obama hacia la tribuna con una nueva pieza oratoria bajo el brazo. Necesita encarrilar dentro del la opinión pública norteamericana el tema migratorio. Le urge contentar al votante hispano. Y sobre todo, debilitar la capitalización que el adversario político hace de las posiciones extremas y de la actitud dubitativa de los demócratas. Entonces llega el discurso.

Es bien acogido en círculos hispanos. Pero es muy poco. No hay un calendario. Tampoco se compromete con acciones inmediatas. Si el votante hispano se deja seducir sólo por ese acto, Obama se conformará. Habrá logrado su objetivo. Si en cambio se muestra escéptico, el Presidente se verá instado a tomar el toro por los cuernos y a ingeniar una salida factible. Ya lo hizo con la reforma sanitaria. Entonces las circunstancias generaron la presión suficiente. Justamente es lo que debe prevalecer ahora. Barack Obama sólo quemará naves si se le da la “motivación” necesaria. La palabra la tiene el votante hispano. Ese es el verdadero mensaje presidencial.

Maestro Orestes E. Díaz Rodríguez

Julio 1, 2010

http://www.informador.com.mx/internacional/2010/214677/6/obama-por-el-registro-de-11-millones-de-ilegales.htm

Acerca de orestesenrique

Doctor en Ciencia Política por la Universidad de Guadalajara. Creé "Certezas de la Incertidumbre" en 2009. No podía imaginar entonces la utilidad que nos reportaría tanto a mi como a mis estudiantes.
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