Las herramientas de la oposición mexicana con vista a las elecciones presidenciales del 2 de junio de 2024


La oposición mexicana enfrentará una elección presidencial difícil en junio de 2024. Las razones no son pocas. Pero, una de la más visible es que contra viento y marea el respaldo popular del presidente López Obrador sustancialmente no ha mermado.

Hoy sabemos que, en América Latina, la aprobación positiva del mandatario de turno abona decisivamente al caudal de votos del candidato presidencial del oficialismo asegurando la continuidad en el poder https://scholar.google.es/scholar?lookup=0&q=Predictores+de+la+continuidad+del+oficialismo+en+America+Latina&hl=es&as_sdt=0,5 .

Sin embargo, en ciertos casos esa dinámica no se produjo y fue la oposición quien de forma sorprendente se alzó con el triunfo ante candidatos oficialistas que parecían blindados por el respaldo popular del gobernante. ¿Cuáles países vivieron esas experiencias y qué las hizo posibles?

Los casos

Tras 40 años de democracia la mayoría se concentran en Centroamérica, México y el Caribe https://congreso.amecip.com/downloads/ponencia-extenso/Diaz_AprobacionPresidencialYVoto_2023.pdf . Costa Rica experimentó dos casos consecutivos, los comicios presidenciales de 1990 y 1994 y uno per cápita El Salvador (2009), Panamá (2014), México (2012) y República Dominicana 2020. En cambio, Sudamérica apenas registra dos experiencias. La más emblemática fue durante las elecciones chilenas de 2009 y 2010 cuando la entonces presidenta Michelle Bachelet llegó a contar con un 78% de aprobación y su coalición de gobierno fue derrotada.

Posteriormente, en los comicios de 2015 se produjo la derrota del candidato presidencial kirchnerista Daniel Scioli pese a que la percepción ciudadana del desempeño de la mandataria Cristina Fernández era positiva (52% vs 48%). El entonces pretendiente por la coalición de centroderecha Cambiemos, Mauricio Macri se alzó con el triunfo. Todos los casos sucedieron en sistemas políticos donde los partidos importantes gozaban de arraigo entre sus representados.

Las razones

En todos los comicios mencionados diversas variables coyunturales jugaban a favor de la alternancia en el poder. Pero solo una resultó común a todos: el partido o coalición de gobierno fue incapaz de resolver sus conflictos internos y participó escindido en la campaña electoral.

En Chile, Argentina, República Dominicana e incluso en Panamá la división fue ruidosa. La opinión pública no tuvo duda. En general, el comportamiento fratricida siguió una secuencia. Primero, la desaprobación pública e incluso impugnación del proceso electoral interno. Segundo, el abandono del partido o coalición en el gobierno por referentes. Por último, el paso de los mismos a las filas de la oposición desde las que criticaron ácidamente la gestión del gobierno de turno http://www.publicaciones.cucsh.udg.mx/kiosko/2021/Enigmas.pdf  .

En Costa Rica (1990), El Salvador y México la división fue entre bambalinas. Voló por debajo del radar de la opinión pública pese al fuerte desacuerdo de referentes y precandidatos con los resultados de la elección interna y la desmovilización de sectores tradicionales de votantes respecto a la campaña del candidato presidencial de la organización.

Básicamente, en esos siete casos descansa la teoría de que la división interna del oficialismo tiene la capacidad de obstruir la transferencia desde la alta popularidad presidencial.

La sorpresa

Pero, en los comicios presidenciales celebrados en 1994 en Costa Rica sucedió algo inédito https://revistacienciassociales.ucr.ac.cr/html/11-DIAZ178/11_DIAZ_178.html . . Previo al inicio de la campaña electoral el presidente conservador Rafael Calderón Fournier contaba con una aprobación positiva (40% vs 24%) mientras que el candidato presidencial del gobernante PUSC, Miguel A. Rodríguez, logró que su organización alcanzara la cohesión necesaria para imponerse en las urnas. Sin embargo, contra todo pronóstico el resultado de la elección favoreció al opositor liberacionista José María Figueres Olsen.

El desenlace puso en entredicho la teoría. Por primera vez, detrás de una insuficiente transferencia desde la alta popularidad presidencial no se pudo comprobar la presencia de un proceso de fractura interna del partido en el gobierno

Diversas fuentes académicas coincidieron en que la decisión del PUSC de realizar una campaña frontal agresiva y sucia emergía como la variable explicativa potencial de su derrota. El candidato oficialista atacante no consiguió que su mensaje generara el efecto deseado revirtiendo el mismo hasta dañar su propia imagen.

Una o pocas excepciones debilitan una pauta, pero son insuficientes para refutarla https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2197011 . Pero, hoy entendemos mejor que la popularidad positiva que por mucho tiempo se acreditó al presidente Calderón Fournier probablemente resulte engañosa.

En todas las encuestas de aprobación realizadas durante su mandato la no respuesta del ejercicio promedia más del 40%  http://www.executiveapprovaldata.org/ . Tomando en cuenta el dato es difícil tener certeza sobre el verdadero nivel de aprobación del presidente Calderón Fournier.

El enorme universo de no respuesta pudo perfectamente contener una desaprobación presidencial oculta significativa, o cuando menos una cantidad considerable de ciudadanos indecisos respecto al desempeño presidencial. Dos subgrupos que bajo los efectos de la campaña electoral podrían terminar por inclinarse en contra de la candidatura oficialista.

Quedó entonces en tela de juicio que la campaña frontal agresiva y sucia orquestada desde el oficialismo constituya una variable con capacidad de anular la transferencia de la popularidad presidencial.

Así llegamos a las controvertidas elecciones presidenciales mexicanas de 2006 que podrían tener una sugestiva conexión con las que tendrán lugar en junio de 2024.

La conexión

En 2006 el conteo de los votos arrojó oficialmente como ganador al entonces candidato presidencial del oficialismo, Felipe Calderón.

La victoria del representante del PAN, cuya legitimidad no fue reconocida por el entonces candidato presidencial del PRD y actual mandatario en funciones Andrés Manuel López Obrador, resultó extremadamente reñida. Apenas 0.56% de diferencia, pese a que la popularidad del presidente Vicente Fox antes de iniciar la campaña era altamente positiva (66%). La pírrica victoria obtenida por el panismo cuando menos evidencia que la transferencia de la popularidad fue mínima.

En América Latina, la diferencia promedio entre el primero y el segundo lugar de la contienda cuando el presidente de turno ha contado con una percepción ciudadana de su desempeño superior al 60% y ha triunfado el candidato oficialista ha sido de 25,65 puntos.  ¿Por qué razón en 2006 la diferencia apenas fue de 0,56%?

Hasta donde conocemos esa perspectiva no ha sido suficientemente investigada. Pero, parece legítimo inferir que contrario a lo que se piensa, al candidato presidencial panista le pudo haber jugado en contra la intromisión ilegal, frívola y carente de oficio político de un presidente empeñado en obstaculizar el proceso democrático para imponer en la sucesión a un candidato de su propio partido  https://www.redalyc.org/pdf/607/60715249011.pdf .

Si resultara válida esa hipótesis entonces podrían ser dos las variables que, hasta el momento, han evidenciado capacidad de obstruir la transferencia de la popularidad de los mandatarios latinoamericanos. Ambos procesos provienen del interior del propio oficialismo. La división interna y la intervención ilegal y abierta del mandatario de turno en el proceso electoral.

Desde la visibilidad brindada por la experiencia comparada se perfila que rumbo a los comicios de junio de 2024 la escisión del partido en el gobierno en México parece descartada pero solo el curso de los acontecimientos podrá evidenciar lo mismo respecto a la moderación gubernamental.

Se podría deducir entonces que la oportunidad de la oposición pareciese descansar en una hipótesis sugestiva cuya validez aún no se ha comprobado y en la apuesta por la innovación. Precisamente, las últimas herramientas disponibles cuando los actores políticos se ven obligados a bregar en contra de la teoría y de la experiencia histórica.

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Medios nacionales e internacionales que publicaron «La anomalía argentina»…


https://www.eleconomista.com.mx/internacionales/La-anomalia-empirica-de-las-elecciones-en-Argentina-donde-dos-mas-dos-no-sumancuatro-20231118-0023.html

https://www.vozpopuli.com/internacional/anomalia-empirica-elecciones-en-argentina.html

https://theconversation.com/la-anomalia-empirica-de-las-elecciones-en-argentina-donde-dos-mas-dos-no-suman-cuatro-217319

🗞️La anomalía empírica de las elecciones en Argentina, donde dos más dos no suman cuatro (loquesigue.tv)

La anomalía empírica de las elecciones en Argentina, donde dos más dos no suman cuatro – (lamardeonuba.es)

https://news.eseuro.com/local/2564217.html

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La anomalía empírica de las elecciones en Argentina, donde dos más dos no suman cuatro


Tomado de The Conversation

https://theconversation.com/es/sociedad

https://theconversation.com/la-anomalia-empirica-de-las-elecciones-en-argentina-donde-dos-mas-dos-no-suman-cuatro-217319

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«León y Pato»: ¿Una alternativa de gobierno creíble? (Final)


No tenemos duda alguna en “registrar” que Javier Milei y La Libertad Avanza constituyen una alternativa de gobierno no creíble para la mayoría de los votantes argentinos. Ambos, cumplen diáfanamente con los rasgos “puros” que permiten clasificarlos como tales. Por una parte, provienen de uno de los extremos del espectro ideológico. En este caso la ultraderecha. Ello suele condicionar que los votantes, por regla general, con aversión a tomar riesgos tiendan a enfocar sus propuestas como una especie de “salto al vacío”. Por otra parte, carecen de experiencia de gobierno a nivel nacional. Jamás han tenido la responsabilidad de manejar la cosa pública. Ni siquiera a nivel local. El costo futuro a pagar por la falta de experiencia de los gobernantes es decididamente alto. Pregúntenle, por ejemplo, a Gabriel Boric o en su defecto a los electores chilenos. Y claro está, la mayoría de los votantes suelen inclinarse a rechazar la posibilidad de otorgar un cheque blanco a una formación política advenediza.

No obstante, en la experiencia latinoamericana no faltan los casos en que los votantes apoyaron a una formación política emergente respaldando el “salto al vacío”. Pero para que ese comportamiento se manifestara debió existir un catalizador. Esto es, una situación muy particular que compulsara a los votantes a asumir un comportamiento que por regla general les es inhabitual. Tenemos en mente un contexto explosivo, una crisis inédita y aguda, un dominio general de pérdidas. No hay que ser muy perspicaz para observar que esa es precisamente la situación que actualmente existe en Argentina capaz de empujar a advenedizos como Milei hacia la silla presidencial y de endosarle la máxima responsabilidad sobre la administración de la cosa pública. Pero, hay indicios de que este fenómeno no estaría precisamente produciéndose. Si es cierto que cada vez más electores argentinos se inclinan a dar el “salto al vacío”, el caudal de votos de Milei debió crecer de las primarias a la primera vuelta. No lo hizo. Al contrario, decreció. De forma ligera, cierto, pero lo hizo. Probablemente asociado a la campaña autodestructiva que “león” desplegó entre una etapa y la otra. Totalmente contraria a la que la experiencia comparada recomienda. Aquel en que el candidato presidencial advenedizo modera sus posiciones y asume una postura similar a la de los partidos atrapatodo. Por cierto, un tutorial al respecto ofreció Andrés Manuel López Obrador en su campaña presidencial de 2018 lo que le permitió convertirse en una alternativa de gobierno creíble para la mayoría de los mexicanos después de dos intentos fallidos.

Una vez que se vio relegado al segundo puesto en la primera vuelta, la misma que él amagó con que sería suficiente para ser declarado presidente electo (Véase en este blog: Por qué unos candidatos presidenciales ganan en primera vuelta y otros no lo hacen) “león” entendió dramáticamente que sus rugidos no estaban sumando votantes sino alejándolos. Entonces y solo entonces decidió realizar un viraje hacia la moderación. Pero nuevamente resultó desproporcionado y venturoso. Llegó a invitar hasta a Myriam Bregman  candidata de la  izquierda radical a ocupar un ministerio en su gobierno bajo el cálculo de que con ello podría sumar buena parte del 2,7% de votos que alcanzó esa formación en la primera vuelta. Fue un gesto de desesperación. Toda la campaña de Milei está montada en la narrativa de que la izquierda y el socialismo sabotearon el sitio dentro del primer mundo que en el destino manifiesto corresponde a la Argentina. Bregman de inmediato salió al cruce de la propuesta: “es un oportunismo absurdo, es una medida desesperada que lo ridiculiza”. En realidad, el mensaje de Milei solo tenía pleno sentido para las fuerzas políticas ideológicamente cercanas a su organización. Y es entonces que entran a jugar Bullrich y Juntos por el Cambio, tercera fuerza electoral a partir del resultado de la primera vuelta, siendo receptivos al llamado y comprometiéndose a apoyar electoralmente al candidato libertario rumbo a la segunda vuelta que disputará en contra del oficialismo.

Parecía que el apoyo de Patricia Bullrich y Juntos por el Cambio es todo lo que necesitaba Milei para enderezar su campaña y ahora sí tener posibilidades de convertirse en una alternativa de gobierno creíble. Juntos por el Cambio podría sumar muchos positivos a la causa de la Libertad Avanza, justamente, en los flancos débiles. Juntos por el Cambio tiene experiencia de gobierno a nivel nacional, un contingente de legisladores nacionales, la mayor cantidad de gobernadores provinciales, se ubica hacia el centro del espectro ideológico y obtuvo un jugoso caudal de aproximadamente seis millones de votos en primera vuelta. Todo esto brinda una oportunidad de terrenalizar las propuestas más controvertidas de Javier Milei y que lleguen a sonar más razonables para el electorado. Todo eso es una promesa de gobernabilidad. No es lo mismo un león melenudo en estado puro que el mismo león melenudo con un sólido bozal, por más que le queden las garras.

Pero, entonces se confirman las sospechas de que Juntos por el Cambio llegó quebrado a la campaña presidencial. Formaciones grandes y pequeñas que conforman la coalición de centroderecha, como la Unión Cívica Radical, la Coalición Cívica ARI y Alternativa Republicana Federal, entre otras, rechazan de plano la decisión de Bullrich de respaldar a Milei abogando que la posición correcta en la segunda ronda es la neutralidad. Como si fuera poco dos activos de mayor importancia del PRO, el partido que lidera Mauricio Macri y que propulsó la candidatura de Bullrich, el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta y la ex gobernadora de la provincia de Buenos Aires y actual diputada nacional, María Eugenia Vidal anunciaron también su rechazo y el apoyo a la neutralidad. De forma que lo que se alcanza a sumar Milei es un Juntos por el Cambio sumamente disminuido que probablemente no haga el peso suficiente para convertir a su proyecto político en una alternativa de gobierno creíble.

De tal manera que el desafío dramático que plantea la segunda vuelta de la elección presidencial argentina es que pareciera tener las mejores posibilidades triunfar un oficialismo sobre cuyo desempeño gubernamental los ciudadanos tienen una percepción notoriamente negativa pero que amenaza con escapar al castigo de los votantes. Un resultado poco frecuente pero no necesariamente inédito. Mientras pareciera tener las mejores opciones para emerger derrotada una fuerza política emergente que no tiene responsabilidad directa con la aguda crisis actual pero que ha resultado incapaz de aprovechar la oportunidad que le brinda el escenario de “dimensión de las pérdidas” que padece el país.

Orestes Enrique Díaz Rodríguez

Tulum, 30 de octubre de 2023

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«León y Pato»: ¿Una alternativa de gobierno creíble? (segunda parte)


El peronismo nada contracorriente en medio de aguas tumultuosas que presagian un naufragio. De hecho, no debió sobrevivir a la batería de olas que trajo la primera vuelta.

En efecto, todo justificaba que si una fuerza política debía sufrir un vaciamiento de su caudal de votos durante la primera vuelta electoral y no pasar a la segunda ronda esa fuerza debió ser la liderada por el candidato presidencial Sergio Massa, quien justamente venía de quedar tercero en las primarias obligatorias del 13 de agosto de 2023 y arrastra la pesada carga de conducir al país hasta el mismo preámbulo de la hiperinflación.

Sin embargo, justo en ese momento emergió el primer gran indicio de que el carril por el que corren las actuales elecciones presidenciales argentinas podría no ser exactamente el marcado por la teoría y la experiencia. El oficialismo sobrevivió al reto, desplazó al candidato favorito para imponerse en esa instancia, el libertario Javier Milei, y fue testigo presencial del hundimiento de la formación que hasta hace muy poco había constituido su adversario principal y que muchos consideraban la llamada a liderar nuevamente un recambio en el poder, Juntos por el Cambio, liderada por Patricia Bullrich y el expresidente Mauricio Macri.

¿Cómo fue posible que sobreviniera precisamente un escenario marcado por un triple resultado sorprendente que dejó en schok al país y al mundo?

Las pistas son las siguientes:

Juntos por el Cambio, quien devino desde hace algunos años en el máximo competidor del peronismo llegando incluso a arrebatarle el mandato constitucional que se extendió entre 2015 y 2019, llegó a las elecciones presidenciales de 2023 bajo sospecha de un quiebre interno. Pero, además recordemos que el legado que dejó la administración del presidente Mauricio Macri entre 2015 y 2019 para la mayoría de los ciudadanos fue negativo. Ello se reflejó no solo en la contundente derrota electoral experimentada en primera vuelta en 2019 pese a ser un presidente que buscaba su reelección sino en que la propia formación que él había fundado vetara su posibilidad de ser nuevamente su candidato presidencial en 2023.

Javier Milei después de resultar el más votado en las primarias de agosto se dedicó exitosamente a sabotear su propia candidatura. Atacó frontalmente al Papa. Difundió como lema de campaña la explosiva frase de que la justicia social es una aberración. Se mostró intolerante con los medios y referentes que cuestionaban sus controvertidos planes. Incumplió su promesa de no llegar a acuerdos con “la casta” al negociar apoyos con el capo sindicalista Luis Barrionuevo. Y cuando extendía la mano hacia los electores en lugar de un olivo cargaba una motosierra.

Por su parte, Massa se dedicó a reactivar la poderosa maquinaria electoral peronista ante el desastre que podría sobrevenir. Dio forma a la campaña del miedo que Milei le sirvió en bandeja de plata. Les susurró a los oídos a referentes de fuerzas descontentas dentro de Juntos por el Cambio como los gobernadores radicales.  Y dio órdenes al Banco Central de intensificar la impresión de billetes para situarlos cuanto antes en los bolsillos de millones de personas sin recursos cuya decisión del voto responde estrictamente a ese tipo de incentivo.

Así pudo finalmente fraguarse la debacle electoral de Juntos por el Cambio, el retroceso en caudal de votos de Javier Milei y el inesperado éxito en primera vuelta del tigre oficialista. Pero, la pregunta es si con esto alcanza para que el oficialismo se imponga ahora sí en la ronda decisiva contradiciendo buena parte de la teoría y la experiencia histórica o dicho de otra manera, ¿los indicios apuntan a que el dúo dinámico de “Pato y León” están en condiciones de frenar las intenciones del Tigre oficialista?(continuará).

Orestes Enrique Díaz Rodríguez

Tulum, 29 de octubre de 2023

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«León y Pato»: ¿Una alternativa de gobierno creíble?


A Marissa Pérez, con mucho afecto

Después de concluida la primera vuelta electoral en Argentina Javier Milei (león), candidato presidencial de la Libertad Avanza y Patricia Bullrich (Pato), ex candidata presidencial de Juntos por el Cambio llegaron a un acuerdo rumbo a la segunda vuelta. Bullrich respaldará a Milei en la nueva instancia con lo cual queda integrada una especie de alianza electoral para enfrentar al sorprendente ganador de la primera etapa el oficialista, actual ministro de economía y candidato presidencial de “Unión por la Patria”, Sergio Masa.

Los resultados de la primera vuelta arrojaron la siguiente cantidad de votos: Massa 36,69%. Milei 29.99 %. Bullrich 23,84%. Milei y Bullrich tienen cercanía ideológica pues ambos se ubican a la derecha del espectro ideológico. Una simple operación aritmética arrojaría que la suma de los votos de ambos superaría con creces el caudal que pudiera alcanzar Massa. Pero, en realidad la ecuación es mucho más compleja.

Milei y Bullrich tuvieron una durísima confrontación durante la campaña que llegó hasta la descalificación personal de la segunda por parte del candidato libertario. Pero, mucho más relevante que ese pugilato son ciertos indicios que generan dudas sobre las posibilidades de que dupla Milei-Bullrich pueda realmente imponerse en la segunda vuelta.

Lo que vuelve dramáticamente interesante la actual elección presidencial argentina, entre otras causas, es que precisamente la teoría y la experiencia comparada apuntarían hacia un eventual triunfo de la dupla “pato-león”. Sí, no leyó mal, buena parte de lo que sabemos respalda una eventual victoria electoral de Milei y Bullrich.

El saliente gobernante de turno Alberto Fernández cuenta con una altísima desaprobación por parte de la ciudadanía (72%). Mientras apenas el 15% de los argentinos apoya su gestión. En América Latina, de manera consistente gobiernos mal evaluados tienden a resultar castigados por los votantes. Habitualmente la aprobación negativa del presidente de turno anuncia la derrota del partido en el gobierno y la alternancia en el poder. Para que se tenga una idea, en los últimos cuarenta años y luego de casi un centenar de elecciones presidenciales en la región (salvo en Paraguay) apenas en tres oportunidades el partido de gobierno logró conservar el poder cuando el presidente de turno se encontraba mal evaluado. Dos de esos casos tuvieron lugar en el remoto año de 1999, durante los comicios presidenciales Chile y Uruguay. Mientras el tercero sucedió en las elecciones presidenciales ecuatorianas de 2017. El oficialismo argentino nada en contra de la teoría. Pero, además lo hace en un mar embravecido.

Por otra parte, Sergio Massa y su coalición electoral “Unión por la Patria” enfrentan en la segunda vuelta a un adversario que lidera a una fuerza política emergente: La libertad Avanza. Hace tan solo dos años esa formación política no formaba parte del sistema de partidos argentinos. La competencia se produce en circunstancias no favorables para el oficialismo debido a que su gestión económica ha conducido a una crisis inflacionaria en el país que amenaza con derivar en una hiperinflación y asociado con ella otras secuelas como una eventual crisis de ingobernabilidad. Pues bien, la experiencia comparada consigna que cuando en América Latina la contienda electoral se disputa entre una fuerza política tradicional y una formación emergente en un contexto signado por el “dominio de las pérdidas” ello empuja al votante a respaldar a la fuerza política emergente por ser la única que no tiene corresponsabilidad con la grave situación existente.

La teoría y la experiencia comparada indican que Sergio Massa y el peronismo nadan contra la corriente. Entonces cuáles son los supuestos indicios que generan dudas acerca de que la dupla “pato-león” pueda realmente imponerse en la segunda vuelta electoral (continuará).

Orestes Enrique Díaz Rodríguez

Tulum, 28 de octubre de 2023

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¿Puede el libertario Javier Milei llegar a ser «presidente electo» en primera vuelta en Argentina?


Javier Milei y su partido La libertad Avanza resultaron la fuerza política más votada en las primarias obligatorias del mes de agosto de 2023 en Argentina. Desde entonces Milei ha amagado con la posibilidad de alcanzar la presidencia sin necesidad de una segunda vuelta electoral. ¿Acaso es posible verlo emerger como presidente electo en la primera vuelta electoral?

Parece poco probable debido a las siguientes razones:

1.- Aunque Javier Milei, el candidato libertario o de ultraderecha, ganó de forma sorprendente las primarias obligatorias los resultados de la elección mostraron que el voto en esta oportunidad no se encuentra polarizado entre dos formaciones sino dividido prácticamente en partes equivalentes entre tres fuerzas políticas: La libertad Avanza 30.04%, Juntos por el Cambio 28.3% y la oficialista Unión por la Patria 27.3%. Como regla, en América Latina para que la elección se defina en la primera instancia no puede haber una tercera fuerza política contendiente con capacidad de recaudar un caudal de votos superior al 20%. Además de los libertarios, Juntos por el Cambio y Unión por la Patria sobrepasan de manera importante esa cantidad.

2.- Entre las primarias (PASO) y la primera vuelta electoral apenas hay cuarenta días de diferencia. Sería sorprendente que en tan poco tiempo las tendencias electorales manifestadas durante las PASO variaran sustancialmente.

3.- Para la producción de un resultado definitivo en primera vuelta, a juzgar por los resultados de las primarias obligatorias, alguna de las tres fuerzas políticas principales debe sufrir una caída sustancial en su caudal de votos respecto a las propias PASO y al mismo tiempo otra formación debe tener un crecimiento casi exponencial. Como regla, en las elecciones primarias obligatorias celebradas en Argentina esta dinámica simultánea no se ha producido salvo de manera relativa y por circunstancias muy puntuales en 2011 cuando Cristina Fernández incrementó su votación de una elección a otra en prácticamente 4 puntos porcentuales mientras la caída de Eduardo Duhalde representando al Justicialismo disidente fue de 6. Se necesitaría en esta ocasión una dinámica casi el triple de fuerte que la que se produjo en 2011 para generar un resultado definitivo. A su vez, todas las fuerzas políticas principales que contendieron desde 2011 lograron, en general, mantener o incrementar su caudal de votación respecto al obtenido en las primarias. La excepción fue el propio Duhalde en 2011, prácticamente abandonado por sus votantes cuando para el justicialismo quedó claro que Cristina Fernández de Kirchner se encaminaba a obtener en primera vuelta una victoria aplastante.

Sin embargo, Argentina vive hoy una situación excepcional de crisis económica e institucional bautizada en la teoría como “dominio de las pérdidas”. En ese escenario no es descartable una volatilidad inédita del voto desde las formaciones políticas corresponsables por la crisis hacia la organización partidaria que no tiene responsabilidad directa con la situación imperante en el país. De producirse dicha transferencia especial de votantes es muy probable que la fuerza más afectada resulte el oficialista Unión por la Patria. Ello obedecería, primero, a la evaluación presidencial notoriamente negativa que los ciudadanos tienen sobre el desempeño del mandatario Alberto Fernández que cuenta con un 72% de desaprobación y apenas 15% de aprobación.  Segundo, la gestión del actual ministro de economía y también candidato presidencial oficialista Sergio Massa a puesto al país bajo la amenaza del estallido de una hiperinflación y el estallido de una crisis de ingobernabilidad. Tercero, los escándalos de corrupción que estallaron en las últimas semanas, en especial, el caso del intendente de Lomas de Zamora y jefe de gabinete del gobernador Axel Kicillof (Unión por la Patria), Martin Insaurralde, podrían afectar la recaudación de votos del oficialismo nada menos que en su principal bastión electoral la provincia de Buenos Aires.

En resumen, el escenario electoral más probable apuntaría a la celebración de una segunda vuelta electoral en la que el oficialismo, por primera vez estaría formalmente ausente de la competición. Paradójicamente, dicho escenario podría ser fuente también de un fuerte incremento de la ingobernabilidad. El timón de mando en condiciones muy complicadas continuaría temporalmente en manos de la fuerza política que justamente por resultar electoralmente muy golpeada perdería los incentivos y la credibilidad para gobernar el país, aun por poco tiempo. Una situación muy similar se produciría también si finalmente Milei logra patear el tablero en primera vuelta.

El riesgo de ingobernabilidad se atenuaría, en cierta medida, si el oficialismo consigue a pesar de todo pasar a segunda vuelta sea versus La Libertad Avanza o contra Juntos por el Cambio. Aunque hay que apuntar que semejante eventualidad ciertamente entrañaría un desafío a aquella parte de la teoría que apunta a que la evaluación notoriamente negativa del ejecutivo de turno no solo anticipa la alternancia en el poder sino incluso el propio descarte o fracaso del oficialismo desde la primera ronda electoral.

El paso a segunda vuelta del oficialismo o la emergencia de Javier Milei como presidente electo serían dos de los escenarios disruptivos (menos probables) que podría arrojar la elección. Mientras el tercero sería que Juntos por el Cambio resultara la fuerza política más votada en la primera ronda.

Orestes Enrique Díaz Rodríguez

Tulum, México, 19 de octubre

www.orestesenriquewordpress.com

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¿Por qué unos candidatos presidenciales ganan en primera vuelta y otros no lo logran?


Ganar en primera vuelta no siempre es posible. Unos candidatos presidenciales lo han alcanzado, en cambio, muchos otros no lo han logrado. ¿Cuál es la razón?

Costa Rica es el país idóneo para desentrañar este enigma. Es la democracia latinoamericana donde más veces un candidato presidencial se ha impuesto en primera vuelta. Entre 1982 y 2006 seis candidatos presidenciales lo lograron. En todos los casos exitosos estuvieron presentes dos variables: (1) la competencia política electoral tuvo lugar estrictamente entre dos partidos que a su vez lograron concentrar entre ambos más del 80% de los votos válidos (bipartidismo) y (2) el umbral que se exige en ese país para ser declarado presidente electo es sobrepasar solo el 40% de los votos (mayoría relativa especial). La combinación de esas dos variables serían las indispensables para que un candidato presidencial pudiera triunfar en primera vuelta.

Sin embargo, las elecciones presidenciales de Colombia (2002), Uruguay (2004), El Salvador (2009 y 2019) y República Dominicana (2020) también se definieron en la primera vuelta y en esos países el umbral exigido para ser declarado presidente electo es la obtención de más del 50% de los votos válidos (mayoría absoluta). Por tanto, un candidato presidencial puede triunfar en primera vuelta tanto en sistemas electorales de mayoría relativa especial como de mayoría absoluta. En cambio, la variable que sí se presentó en esos países al igual que en Costa Rica fue que, en todos los casos, la contienda se polarizó entre dos partidos o coaliciones electorales que lograron ambas concentrar más del 80% de los votos una vez que los ciudadanos acudieron a las urnas. Entonces, la variable clave para que un candidato pueda emerger triunfador en primera vuelta es que la competencia política se polarice entre dos fuerzas políticas (partidos o coaliciones) que alcancen a concentrar entre ambas más del 80% de los votos válidos.

En las elecciones presidenciales argentinas de 1995 y 2019 los entonces candidatos presidenciales Carlos Menem y Alberto Fernández también se impusieron en primera vuelta. En 1995 Menem, encabezando una amplia coalición electoral que incluyó al partido justicialista, Unión Centro Democrático, Partido Federal, Partido Conservador Popular y otros obtuvo el 49,94% de los votos válidos, mientras su principal adversario el Frente País Solidario conformado por más de nueve organizaciones y liderado por José A. Bordón alcanzó el 29,30%. La elección se polarizó entre ambas fuerzas políticas. Por su parte, en las elecciones presidenciales de 2019, Alberto Fernández y el Frente para Todos lograron el 48,24% de los votos válidos frente al 40,28% de Juntos por el Cambio. Ambas formaciones también sumaron más del 88% de los votos. Lo interesante de ambas elecciones es que en los dos casos hubo una tercera fuerza política en disputa que dada la polarización no pudo sumar una buena cantidad de votos. En 1995 fue la Unión Cívica Radical liderada por Horacio Massaccesi (16,99%). Mientras en 2019 fue Roberto Lavagna (Consenso Federal), apenas 6,14%.

Si la clave para que un candidato presidencial emerja triunfador en primera vuelta es que tanto la elección como la votación se polarice entre dos fuerzas políticas dicha condición no puede haber estado presente en aquellos casos en que los candidatos presidenciales no lograron hacerlo. En efecto, revisando   casos paradigmáticos como los de Michelle Bachelet en 2013 en Chile, Mauricio Macri en 2015 en Argentina, Gustavo Petro en 2022 en Colombia, Lacalle Pou en 2019 en Uruguay y Bolsonaro en 2018 en Brasil, candidatos presidenciales que necesitaron dos vueltas electorales para imponerse observamos que en todos los casos en la primera vuelta la elección no alcanzó a polarizarse.

¿Con estos antecedentes, qué podemos esperar de la primera vuelta de los comicios presidenciales que tendrá lugar en Argentina el próximo domingo 22 de octubre de 2023? ¿Javier Milei, candidato presidencial de La Libertad Avanza, emergerá como presidente electo tras la primera vuelta? (Continuará).  

Orestes Enrique Díaz Rodríguez

Tulum, 18 de octubre de 2023

 

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¿Cómo sobreviven las democracias?


En 2018, los politólogos norteamericanos Steven Levitsky y Daniel Ziblatt publicaron el libro «Cómo mueren las democracias». Se trata de dos especialistas curtidos que logran que su libro se lea como una novela. Ojalá pudiera escribir un libro que todos puedan leer con tanta facilidad y disfrute. Pero, qué aprendimos en realidad del libro.

La idea de los autores parece más de lo mismo: debemos tomar conciencia que las democracias en todo el mundo están amenazadas por el ascenso de líderes potencialmente autócratas y que los partidos democráticos tienen que hacer mucho más por tratar de evitar el arribo al poder de individuos con esas características. Hasta proponen un test para hacer más fácil la visualización a tiempo de dichos individuos. Por supuesto, como voceros del stablisment ambos autores simplifican las razones por las cuales personas con esas características tienen la oportunidad de llegar a poner en peligro o provocar el colapso de las democracias.

El verdadero aporte del libro está en una dirección opuesta a la que se plantearon sus autores. Son las numerosas «confidencias» que comparten sobre la evolución de la democracia norteamericana a lo largo de sus más de doscientos años de existencia. Todo latinoamericano declaradamente demócrata debería conocer esas «confidencias» y preguntarse que implicaciones tienen esos «descubrimientos» para la comprensión del propio futuro de la democracia en su país.

Sin más preámbulo comparto las mismas:

Primera «confidencia» de Levitsky y Ziblatt

Los autores reconocen que la democracia norteamericana es frágil y que no debe darse por sentada su supervivencia.

¿Qué tal? Si la supervivencia de la democracia norteamericana cuyas fortalezas son a decir de los propios autores: «el credo nacional sobre la libertad y la igualdad, la robusta clase media histórica, elevados niveles de riqueza y educación, amplio y diversificado sector público y la propia constitución de Estados Unidos» entonces qué queda para nuestras incipientes democracias.¿ Cuál es la actitud intelectual adecuada para garantizar que sobreviva o evitar que nos sorprenda en algún momento su colapso?

Segunda «confidencia»

Durante toda su historia y hasta los años 70 del siglo veinte la elección del candidato presidencial de los dos partidos importantes, demócratas y republicanos, la realizaba la cúpula partidista. Las primarias en Estados Unidos jamás fueron vinculantes. No solo no era un proceso democrático, sino que los autores consideran que la democratización del proceso de selección del candidato presidencial en Estados Unidos a través de la introducción de primarias vinculantes fue lo que abrió la oportunidad para la llegada al poder de individuos con propensiones autócratas. Los autores concluyen que la democratización del proceso de selección del candidato presidencial de los partidos es un peligro para las democracias. «Demasiada» democracia es contraproducente para la democracia. ¿Qué tal?

Tercera «confidencia»

Desde su nacimiento y durante muchas décadas la democracia norteamericana sufrió una fuerte polarización partidista. Hay que entender que para ambos autores la extrema polarización es la antesala del colapso de la democracia. Con polarización extrema el sistema de pesos y contrapesos ideado por la constituyentes norteamericanos e importando por los constituyentes latinoamericanos no funciona. Para que el sistema de pesos y contrapesos funcione necesita tolerancia mutua y contención institucional entre los principales partidos.

La habitual guerra partidaria que observamos en cada uno de nuestros países no ha sido un defecto solo nuestro. ¡Ah! Los autores no son convincentes al explicar cómo en Estados Unidos fue disminuyendo gradualmente dicha polarización partidaria. La explicación que dan es que fue consecuencia natural del relevo generacional de políticos. ¡Vaya usted a creerles! Luego la polarización retornó de forma más aguda por el problema no resuelto del régimen esclavista en los estados del sur. Aquí mi recomendación es que vean la película Django sin cadenas, de Quentin Tarantino (2012) para que tengan una idea más realista de lo que es una «democracia» esclavista.

Cuarta «confidencia»

La guerra de Secesión que tuvo lugar entre 1861 y 1865 significó en realidad un quiebre de la democracia norteamericana. Es falso que la democracia norteamericana se ha desarrollado sin interrupciones. La guerra fue un quiebre democrático. Así que los latinoamericanos debemos exorcizar de una vez por todas el complejo de que los quiebres democráticos solo eran cosa «nostra».

Quinta «confidencia»

Después de la guerra de Secesión en la que los estados del norte se impusieron sobre los del sur la polarización entre los dos grandes partidos pudo disminuirse en base a una nueva la exclusión racial de la población afroamericana de los estados sureños. El acceso de la población negra al voto en los años 70 y los 80 del pasado siglo puso contra la pared a la minoría blanca demócrata en los estados del sur. Puso en jaque su continuidad como factor de poder. Para impedir esa situación los demócratas en todos los estados sureños introdujeron leyes restrictivas del voto afroamericano, contrarias al espíritu de la constitución y establecieron repúblicas unipartidarias y autoritarias. ¿Qué tal? Los republicanos del norte miraron hacia otro lado durante cien años. De ese modo demócratas y republicanos pasaron de la extrema polarización ha la tolerancia mutua y la contención institucional. Ese es el pecado original de la democracia norteamericana. Basó su supervivencia y estabilidad democrática en la exclusión social de una parte considerable de su población. La pregunta que se deriva es cuál debe ser el pecado original de nuestra democracias para que sobrevivan y si estamos dispuestos a concederlo. ¿O acaso en México ya lo hicimos con nuestra convivencia o resignación con el narcotráfico?

Sexta «confidencia»

Desde los años 90 nuevamente los partidos políticos norteños comenzaron a entender la política como una guerra después de más de un siglo de armisticio. Hasta el punto que el partido republicano comenzó a comportarse como un partido antisistema. Trump solo fue la última expresión de esa polarización. La causa profunda del regreso de la polarización extrema fue consecuencia de la reconquista en los 60 y 70 de los afroamericanos de sus derechos sociales y políticos y el arribo de millones de migrantes que amenazan con convertir a los republicanos en una minoría dentro del país cuyas instituciones contribuyeron a formar. No dejen de tomar en cuenta que los republicanos del siglo XXI se sienten como los demócratas sureños del siglo XIX cuando la esclavitud fue abolida y la mayoritaria población afroamericana sureña obtuvo el derecho al voto. En consecuencia los republicanos están adoptando las mismas tácticas restrictivas del voto que desplegaron entonces los demócratas para sobrevivir como factor del poder en el sur. Entendemos entonces que la democracia les interesa solo en la medida en que no afecte sus privilegios y cotos de poder. ¿Acaso esa no es la lección que se extrae del comportamiento de los demócratas en los estados sureños en el siglo XIX? ¿Por qué nos sorprende tanto que atenten contra el sistema? ¿Acaso Trump y su ex asesor presidencial Steve Bannon no llegaron a afirmar que el problema era el sistema?

Por la solución de ese problema pasa la supervivencia de la democracia norteamericana. Y aunque los autores no lo dicen y conociendo los antecedentes, usted cree realmente que ese problema podrá resolverse sin hacer concesiones a los republicanos.

Orestes Enrique Díaz Rodríguez

Tulum. 12 de septiembre de 2023

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Argentina: «Desde el dominio de las pérdidas»


Aunque la pertinencia de las elecciones primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO) es objeto de debate en Argentina, desde que se realizan la incertidumbre electoral en ese país es mucho menor que en el resto de Latinoamérica. Desde luego,los partidarios de su eliminación alegaran que puestos a elegir entre la incertidumbre electoral y la económica que al parecer generan esas elecciones, eligirían ahorrarse la segunda.

Hasta ahora las PASO han brindado una fotografía bastante precisa de lo que luego sucederá en la primera vuelta electoral. En esta ocasión Javier Milei, ideológicamente cercano a Jair Bolsonaro, Jose Antonio Kazt y el partido español Vox fue el candidato más votado. El ultraderechista Kazt fue el candidato más votado en Chile en la primera vuelta electoral lo que no impidió que perdiera por paliza la elección presidencial ante el izquierdista Gabriel Boric. Años antes, Carlos Menem fue también el candidato más votado en Argentina en las elecciones presidenciales de 2003. Pero, luego declinó presentarse en segunda ronda ante su entonces adversario Néstor Kirchner a sabiendas que resultaría electoralmente humillado. ¿Puede suceder lo mismo con Javier Milei?

Lamentablemente, no parece probable. Por dos razones, la situación económica del país indica que los votantes argentinos han acudido a las urnas desde la dimensión de las pérdidas. En esas circunstancias los votantes son propensos a respaldar a candidatos sin credencial alguna importante, pero que no tienen responsabilidad con el estado de cosas imperante.

La segunda razón es que tanto Kazt como Menem tenían la peor imagen negativa entre los candidatos presidenciales cuando ambos ganaron las primeras vueltas electorales. Esta no es la situación de Milei. Su imagen negativa es incluso algo menor que la del resto de los candidatos presidenciales.

¿Qué podemos esperar para Octubre?

El oficialismo (JUSTICIALISMO/PERONISMO/SERGIO MASSA) podría estar descartado dada la desaprobación abrumadora (70%) que arrastra el actual mandatario de turno Alberto Fernández. En América Latina, cuando los mandatarios de turno tienen una aprobación negativa en el 90% de los casos se produce una alternancia en el poder. Por descartado entendemos que si la elección se decidiera en dos vueltas, es muy probable que el oficialismo sea eliminado, por primera vez, en primera vuelta. Y si la elección se decidiera en una sola vuelta, es muy probable que el justicialismo que se vea relegado al tercer lugar en la contienda.

Así que la elección presidencial se definiría entre Javier Milei y Patricia Bullrich. Si así fuera, francamente, Javier Milei tiene una oportunidad cuando menos por dos razones. Hasta ahora en América Latina cuando el votante ha tenido que elegir entre una fuerza política emergente y una coalición o partido tradicional y lo hace desde la dimensión de las pérdidas termina inclinándose por el primero. Así, por ejemplo, acabamos de verlo en las presidenciales de Costa Rica 2022, pero antes hemos visto ese comportamiento también en Perú 2021 (Pedro Castillo), El Salvador 2019 (Nayib Bukele), México 2018 (Andrés Manuel López Obrador).

La segunda razón es que, incluso Patricia Bullrich, candidata presidencial de la centroderechista Juntos por el Cambio, ha reconocido que las primarias internas pasó factura a la unidad de esa coalición. Entonces la candidatura de Javier Millei la impulsa tanto la crisis interna del país como la experimentada por su adversario principal, Juntos por el Cambio. Buen inicio de semana!

Tulum, Agosto 18 de 2023

Orestes Enrique Díaz Rodríguez

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